jueves, 5 de marzo de 2015

Mi primer ídolo literario fue Lorena Mancilla. Hoy mientras hacia un recorrido mental por las historias de mis maestros la recordé. Ella es una de esas personas a las que quiero y nunca busco, actitud típicamente claudesca. Después de leer a Lorena me anime a escribir, y un día tuve la suerte de toparme con El Taller de Martha Parada, mi maestra en las letras (lo siento Martha, puedes negarlo si gustas). Ella tenía un taller todos los lunes a las 7pm, en ese entonces yo era oficinista y llegaba al taller aun con el odiado traje sastre y los zapatos de tacón, Me encantaba ir al taller porque ella nos ofrecía muchos pretextos para escribir, y es todo lo que siempre he necesitado un pretexto, y de ahí ya no puedo parar. De chica eran los diarios, rositas con candados diminutos, con hojas llenas de textos que empezaban: hoy en la escuela vi a un niño y el me vio....Y también: mi mamá no me entiende. Si mi mamá leyera esto quizá se enojara un poco, pero casi todo lo que yo digo la hace enojar, de una buena manera, mantenemos así el debate siempre vivo y la comunicación abierta...como les decía, en el taller nos daban pretextos, y aunque fue hace más de 10 años todavía los recuerdo. Una vez nos pidieron que escribiéramos una postal ficticia, enviada de cualquier lugar y hacia cualquier persona. Yo la "envié" de Paris, y se la envié a mi papá. Le contaba sobre los museos, y creo que le pedía dinero, no recuerdo. Otro ejercicio fue observar una exposición de Alejandra Obando, escoger una pieza y escribir. Yo escribí sobre la pieza "Mujer con espinas", y ahora que lo vuelvo  leer me doy cuenta que no soy la misma persona AFORTUNADAMENTE. Como dicen, tenía "issues", que creo luego resolví.

En el taller hice buenos amigos, uno de ellos me mandó un día un cuento desde el otro continente, un librito hecho a mano y yo estaba feliz porque el cuento se trataba de un reloj demoníaco que acechaba a los niños del pueblo. También hice una amiga que aun veo, y que nuestras historia es más desquiciada que el reloj demoníaco, la quiero, sí, pero las dos estamos locas y nuestras relación va y viene...creo que durará para siempre y eso me agrada. Martha cerró el taller, y nos quedamos solitos en el mundo sin más pretextos para escribir. Estoy empezando a sospechar que no me costará mucho trabajo-si vienen a este blog a leer cosas de "substancia" siento decepcionarlos.

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